TOMAS Y EL ESPEJO MAGICO

30.05.2013 16:53

“Tomas y el espejo mágico.”

Este era un chico en otra escuela que había tenido muchos problemas en el recreo. Este niño, Tomás, salía al patio y golpeaba a otros chicos, diciendo que ellos comenzaban primero, y que jugaban a juegos tontos. A veces agarraba una pelota y comenzaba a correr, o había veces que se mantenía corriendo alrededor de las niñas que saltaban la cuerda.

Tomas había perdido muchos de sus recreos. A veces el profesor lo ponía contra la pared, otras veces lo dejaba en la sala de clases o en la oficina hasta que el recreo había terminado. Pero esta no es la razón de por qué esta historia se llama “Tomas y el espejo mágico.”

Un día conversé con Tomas y le pregunté cómo era que terminaba perdiendo tantos recreos. Tomas me dijo que el recreo era para divertirse. Pero que algunos niños le decían un sobrenombre o lo empujaban porque sabían que lo meterían en un problema. Me dijo que él no era un marica y que era importante ser duro y fuerte. ¿Pero tú piensas que eres lo suficientemente fuerte como para continuar en el recreo por un minuto sin ningún problema -no importando si alguien te dice un sobrenombre o te empuje? ¿Puedes mantener tus manos quietas?

Tomas  me dijo que sería capaz de hacerlo –dijo que esto sería fácil. Aunque esta no es la razón para que se llame “Tomas y el espejo mágico.” Pero Tomas salió al día siguiente bastante seguro y nada sucedió en el patio. Tú sabes que un minuto no es un tiempo muy largo y Tomas lo hizo bien.

Cuando Tomas vino, le pregunté si sería lo suficientemente duro para tener cinco minutos de recreo dejando sus manos quietas y no molestar a ningún niño que estuviera jugando. Cinco minutos puede ser un tiempo largo, pero Tomas salió al patio y comenzó a jugar a la pinta con otro niño de su curso.

Entonces le dije que sus cinco minutos habían terminado.

Le pregunté cómo pasaba el recreo y me dijo que comenzó a jugar a las escondidas y que el tiempo realmente pasó rápidamente. Tomas me dijo que quería intentar un tiempo mayor al día siguiente.

Le respondí que un tiempo mayor podría ser una buena idea. Decidió que intentaría 10 minutos al día siguiente. Bien, cuando miré hacia el patio, vi a Tomas jugando al fútbol con un grupo de niños. Todos estaban atentos planeando cada tiro y haciendo lo mejor para lograr un gol.

Durante uno de los descansos vi a Tomas esperando que otro equipo tomara posición. De pronto, de un grupo de niños que estaban jugando a las escondidas, uno corrió y le dio una palmada, golpeando suavemente a Tomas. Yo miraba a Tomas, y Tomas  miraba al niño -y tú probablemente adivinas que pensé qué iba a suceder. Tomas miró y después sonrió. Tenía una sonrisa en su cara, respirando profundamente, los brazos relajados y controlados. Su cabeza se mantuvo en ato y regresó a su juego de fútbol.

Después de 10 minutos, salí y lo encontré. Al principio él preguntó si podía permanecer un poco más afuera -le dije que podíamos planear tener un recreo completo al día siguiente. Cuando Tomas vino, conversamos respecto al recreo del día, y él dijo que iba a tener un juego divertido y que definitivamente quería que fuera más largo. Tomas  me dijo que durante el juego un niño chocó con él y pensó que debía haber sido un accidente, ya que sabía lo que era divertirse y prestar atención solamente al juego.

De modo que dispusimos que tendría 15 minutos o el recreo completo al día siguiente. Aun queríamos ver si él era lo suficientemente fuerte y duro para durar 15 minutos sin ningún problema. En el gran día, Tomas tuvo todo el recreo y pasó un buen rato jugando con otros niños. Jugó a las escondidas por un rato y después le pidieron jugar a “las naciones”. Realmente todo estuvo bien hasta que Tomas perdió la pelota y algunos lo llamaron “cegatón”.

Sólo miró a esos niños y después fingió no escucharlos. Continuó jugando y disfrutando la diversión del juego. Finalmente, al término del recreo, todos los niños y las niñas se formaron, y Tomas tomó su lugar en la fila. De pronto un niño cruzó frente a Tomas y pisoteó su pie, quizá a propósito. ¿Sabes lo que sucedió? Tomas se mantuvo derecho, respirando profundamente y sonrió. Tuvo una sonrisa en su cara, respirando con el estómago, brazos relajados y controlados. Su cabeza estaba erguida.

Tomas vino y supo que lo había hecho durante 15 minutos completos. Caminaba con su cabeza en alto y sintiéndose orgulloso. Era como la vez que ganó la carrera en segundo año. Tú conoces esos sentimientos de hacer algo especial. Otros profesores observaban a Tomas. Era como si la escuela tuviera un Tomas nuevo.

Pero aun esto no explica lo de “Tomas y el espejo mágico.” Cuando vino a mi oficina, mostré a Tomas un espejo. Le dije que se diera una buena mirada y recordara lo que es sentirse orgulloso con una sonrisa en su cara, respirando tranquila y firmemente desde su estómago. Cuando estábamos conversando, había un ruido de arrastre de los pies de un curso yendo, probablemente, al comedor.

Tomas nuevamente se observó en el espejo y miró su cara mientras comenzaba a sentirse como aquel que es capaz de controlarse a si mismo, como él lo hizo en el patio. Pensaba en las formas diferentes de manejar situaciones, a veces ignorándolas, a veces hablando de ellas, o quizá algunas cosas que aun no había pensado.

Mientras se observaba en el espejo, le pedí que observara ese sentimiento de orgullo y fuera capaz de controlarse. Tú puedes verte con una sonrisa en tu cara, respirando profunda y controladamente. Tu cabeza está erguida, como algunos que levantan su cabello en alto. Y mientras pensaba en eso, también le pedí que pensara en todas las otras personas que sabían que había hecho un buen trabajo, como sus profesores y yo, a quienes él podía ver detrás suyo en el espejo. Y estaban los otros niños con quienes había jugado en el recreo.

Bien, después la campana comenzó a señalar el comienzo del siguiente período de almuerzo. Pero Tomas se mantuvo erguido observándose en ese espejo. Se estaba haciendo un buen trabajo y divirtiéndose, observándose orgulloso y controlado todo el tiempo. Le dije, puedes verte disfrutando el recreo o en el patio haciendo o que te gusta.

Mientras los sonidos del pasillo crecían, parecía que un curso iba a la biblioteca, le pedí a Tomas que permaneciera imaginándose haciendo un buen trabajo en el patio y manteniendo ese sentimiento de orgullo y control mientras miraba e imaginaba a alguien diciéndole un sobrenombre. No sé si él continuó disfrutando lo que estaba haciendo o simuló no escuchar. Pero le recordé cómo es que tú puedes ser fuerte y controlado aunque las personas choquen contigo o pisen tu pie o incluso hagan algo que tú no has pensado aun.

Tomas continuó sonriendo con su cabeza en alto, respirando profundamente, sintiéndose orgulloso.

Finalmente bajó el espejo y dijo, “¡Hey, es un espejo mágico!”